En esta primera entrada que os escribo quiero hablaros de uno de los parásitos externos más comunes y peligrosos para nuestras mascotas y, en menor medida, para nosotros: las garrapatas.
Aunque su picada no implica mucho más que un pequeño picor o irritación, en casos más graves una infección o una reacción alérgica, son portadoras de enfermedades muy graves para nuestros peludos y para nosotros.

El enemigo
Las garrapatas se clasifican como ectoparásitos, ecto- significa externo y parasito implica que son seres que requieren de otro animal para sobrevivir.
Sabías que… En biología se clasifica a las garrapatas como a artrópodos, como los insectos, pero las garrapatas son, concretamente, arácnidos, como los escorpiones, ácaros o las arañas.
Ya sabemos que son, ¿alguna cosa más?
Pues sí. Para poder enfrentarte a una amenaza primero tienes que saber de ella, y ya sabéis lo que dicen: el conocimiento es poder…
Las garrapatas se dividen en dos grandes familias: las garrapatas duras (o Ixodidae) y las blandas (o Argasidae, para entendernos, la que tiene pinta de patata). Quizá penséis que esta información no tiene valor, pero tranquilos empecemos por las duras.
¿Os apetece ver una imagen para ver cómo son?
Todas las especies de garrapatas pasan por las mismas tres fases evolutivas a lo largo de su vida (particularmente longeva para lo que son) tras salir del huevo: larva, ninfa y adulto. ¡Uy! ¡Se me olvidaba! A diferencias de las “duras” con una fase única de ninfa las “blandas” (o patatas) tienen varias fases ninfaticas (4 para ser más exactos). Para pasar de fase, la garrapata necesita alimentarse de sangre de un huésped, por lo que nada más nacer buscará al animal más cercano, en este caso nuestros peludos. Sabemos de su ciclo, jugamos con ventaja. Las larvas y ninfas se instalaran habitualmente en el lomo o vientre del animal (básicamente donde “caen”) mientras que los adultos prefieren las zonas de piel fina: cuello, orejas o entre los dedos.
¿Qué ventaja nos otorga este conocimiento? Fácil, con los primeros calores primaverales o al empezar el verano nuestra zona de búsqueda deberá centrarse en el lomo, mientras que a medida que pasen los meses y haga cada vez más calor deberos mirar a fondo cuello, orejas y dedos. En resumen, podemos centrar nuestra prevención en base a su ciclo biológico:

La picadura
Como todo ser vivo, para poder entender en que consiste su alimentación y como pican, debemos conocer dónde habitan, así como entender la forma en que llegan a hospedarse en la piel de nuestras mascotas. Esto nos permitirá primero identificar una picadura de garrapata y, segundo, prevenirla (recordad sus fases de crecimiento y las estaciones).
Como justo acabo de mencionar la estación del año, más bien la temperatura del ambiente, es el factor clave para determinar el nivel de actividad del parasito. Las épocas de mayor actividad tradicionalmente han sido de abril a octubre aunque debido al cambio climático este periodo ha aumentado y pasamos de poco antes de la primavera (marzo) o casi finales de otoño (noviembre), el resto de meses la mayoría de especies hibernan, aunque unas pocas son activas todo el año.
Aprovecho para desmitificar un comportamiento que muchas veces se ha atribuido a las garrapatas… estas no pueden volar ni saltar. Por tanto, se hallaran siempre por el suelo o en tallos de hierbas, de zonas rurales o boscosas (ojo también en jardines o franjas urbanas). Las garrapatas son capaces de detectar cuando un animal pasa cerca de ellas y es cuando aprovechan para subir por las patas o pasar al lomo a través de un tallo. Una vez han alcanzado el animal las ninfas se quedarán cerca de la zona donde picaran mientras que los adultos empezaran a trepar y recorrer el lugar buscando el lugar idóneo para alimentarse.
La picada da mucho repelús, ¿cuánto dura?
Aquí encontramos diferencias entre las garrapatas duras y blandas. Por un lado las pertenecientes a la familia Ixodidae (duras) se alimentan en dos fases: una primera que dura una semana y permiten aumentar su peso 10 veces, y una segunda que les lleva unas 12 o 24 horas donde multiplican su peso 50 veces. Por otro lado la familia Argasidae (blanda) solo se alimentan una vez aumentando su tamaño 4 veces.
Debido a estas conductas alimentarias siempre será más probable encontrar garrapatas duras en nuestros compañeros (el 100% de las veces en España, ya que de momento no hay blandas en España, pero si viajas al extranjero puedes encontrar blandas).

Toda esta teoría está muy bien, pero nosotros hemos ido a la montaña ¿cómo podemos saber si el perro tiene o no garrapatas?
Hay una serie de síntomas de fácil detección en perros que nos permitirían identificar la parasitación. Ante todo, y como ya hemos comentado, debemos centrar nuestros esfuerzos según la época del año, sobre todo en verano con la mayoría de garrapatas adultas. ¿Por qué? Las garrapatas adultas buscan las zonas de piel más fina para acceder más rápida y fácilmente a la sangre, por lo tanto se instalaran en cuello, orejas, ingles o la zona perianal o zonas donde el perro no pueda rascarse.

Aquí tenemos el primer síntoma, el más común y el más evidente: si tu perro no deja de lamerse, rascarse, morderse o intentar acceder a una parte de su cuerpo con mucha energía seguramente tiene un parasito. Esto es debido a que la mayoría de las veces (ojo, no siempre) la picada de una garrapata va acompañada de una reacción por parte de su organismo, alérgica o no, que causa mucho picor.
Otros síntomas “clásicos” son la hemorragia, debido a la perforación de la piel durante la picada, o la parálisis. Quiero centrarme en este último un momento: cuando el parasito se alimenta introduce en el huésped su saliva. Esta saliva está compuesta por toxinas y moléculas analgésicas, antiinflamatorias y anticoagulantes para facilitar la alimentación y reducir la capacidad del sistema inmunitario del animal. Este conjunto de sustancias son las que pueden producir la parálisis, la intoxicación y una reacción alérgica grave, cuanto mayor sea el periodo de alimentación, mayor el riesgo.
Si creías que hasta ahora era malo, os equivocáis. Todo lo explicado no deja de ser el mecanismo de supervivencia de un ser vivo y nos puede gustar más o menos, pero con la prevención adecuada (que veremos más adelante) podemos reducir todos estos riesgos a prácticamente nada. El problema de las garrapatas y nuestras mascotas no son ellas en si mismas, si no lo que hay en su interior… las enfermedades que transmiten. ¿Quieres saber más sobre las enfermedades que pueden provocar sus picaduras? O ¿Cómo quitarlas de forma correcta?
Para los más curiosos, algún dato más:
Los géneros, ojo no las especies, más comunes a nivel mundial (a algunos y algunas seguro que os gusta viajar) que parasitan a nuestros perros serian Amblyomma, Dermacentor, Haemaphysalis, Hyalomma, Ixodes y Rhipicehpahlus, siendo este último el más usual de todos por habitar en prácticamente todas las regiones del mundo. En Europa, y más concretamente en España, pese a haber varias especies, las más frecuentes solo serían 3: Rhipicephalus sanguineus, Dermacentor reticulatus e Ixodes ricinus. A estas garrapatas se las llama vulgarmente duras debido a un caparazón que se ve claramente en la zona dorsal del parasito, incluso podemos distinguir el género sexual gracias a ello, los machos están totalmente recubiertos y las hembras solo la zona cercana a la cabeza.
Respecto a la garrapatas blandas ,la más común es Otobius megnini, (la pobre tiene forma de patata) y se caracteriza por preferir alimentarse en las orejas, sobre todo por dentro de estas, ya que a diferencia de las Ixodidae, estas no tienen caparazón para protegerse, esto, además, impide diferenciar el sexo.
¡Nos leemos en los comentarios y os espero en el siguiente post!
Autor: David Basanta Pons, epidemiólogo en salud internacional, ha centrado gran parte de su carrera en el estudio de las zoonosis: enfermedades de transmisión animal-humano, humano-animal, y en las arbovirosis (enfermedades trasmitidas por artrópodos).
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